
Claudia Solera, reportera de investigaciones especiales de Excélsior, recibió la indicación de trasladarse al Colegio Enrique Rébsamen un día después del sismo. Al llegar, ya había muchos colegas. En la zona donde logró colocarse no se oía gran cosa, tampoco podía ver directamente qué sucedía. "Los que tenían el lugar privilegiado eran los de Televisa, como siempre sucede: ellos siempre tienen vara alta. Vi cuando llegó una conductora, se acercó al lugar, hizo una llamada desde su celular y de inmediato pasó a la zona cero", afirmó Solera.
Ella reconoce que también se equivocó: vio y oyó situaciones que le hicieron creer que sí habría un rescate y así lo reportó. "Desde el principio le avisé a mi editor que sospechaba que la niña no existía, pero confié en que si llegaban ambulancias y que si una doctora de la Marina pedía 4 camillas, 4 collarines, 4 máscaras de oxígeno y preparaba 4 inyecciones, era porque había alguien ahí".
Solera no vivió el terremoto del 85 pero sí sabía de él: siempre le hablaron de la solidaridad y del heroísmo del momento; así que al igual que muchos, en un principio ella también se volcó en hacer historias con esos enfoques.
Soy de una generación a la que le han dicho que hay que hacer periodismo más humano: ¿cómo iba a molestar a los padres de familia que estaban ahí angustiados, esperando noticias de sus hijos?", confesó.
Así que hizo lo que otros: confió en lo que le decían voluntarios y testigos del lugar. "Fui hilando todo poco a poco. Los que estábamos reporteando ahí no sabíamos ni entendíamos bien qué estaba pasando. Me di cuenta de cómo se iba distorsionando la historia hasta tiempo después".
Otros tres periodistas que estuvieron en el lugar confesaron que la presión que ejercieron sus editores fue detonante al momento de mandar datos e información sin confirmar. "Ellos veían desde la redacción la cobertura de Televisa y así nos iban presionando con mensajes de WhatsApp: que ya la sacaron, busca una declaración... que por ahí están los padres, ve a buscarlos... que está Norberto Rivera, ve a tomarle fotos...". Todos reconocen los errores, que no detectaron hasta que la Marina salió a declarar que Frida Sofía no existía.
Pero no sólo fue la prensa. Desde la perspectiva de Solera, los errores estuvieron en las autoridades. "No hubo protocolos en ninguna parte: la Marina buscó a ciegas, los voluntarios no estaban organizados y daban declaraciones sin ton ni son, guiados por el susto o el cansancio o buscando sólo buscan sus cinco minutos de fama, además de que no había comunicación efectiva con nadie, ni con los padres".
¿Cuál es el aprendizaje de todo esto?
No estábamos preparado para coberturas así. Todos nos quebramos. Esta cobertura nos explotó a todos en la cara", confiesa la reportera, quien, desde ahora, buscará la manera de especializarse en fact-checking.
"Yo no supe detectar lo que era importante: debí confiar sólo en fuentes oficiales y en los involucrados, hablar con los padres afligidos y corroborar con más rigor. Desde la redacción, otros periodistas y editores pudieron ayudar a confirmar lo que les decíamos, porque nosotros desde el lugar no teníamos la película completa".
Lo que se vio fuera de México
Desde la Universidad de Temple (Filadelfia, EU), Juan Larrosa detectó que la cobertura del sismo del pasado 19 de septiembre tenía mucha influencia con la cobertura del 85: en lo positivo y lo negativo.
Los medios estaban muy concentrados hablando de la solidaridad y la ayuda, que aunque siempre son aspectos relevantes y admirables, sacan de la agenda lo más importante: la reacción de las autoridades y la corrupción", explicó el catedrático mexicano, especializado en investigaciones de economía política, comunicación y periodismo digital.
En este ímpetu, de centrarse en historias positivas y heróicas, surgieron los excesos de la cobertura en el Colegio Rébsamen y la niña Frida Sofía (y la excesiva atención de la 'otra´ Frida, la perrita rescatista).
"Ya lo habíamos vivido en el 85 con otro niño fantasma. No aprendimos. Los periodistas no pueden evitar ser parte de las historias, porque efectivamente también se asustan y siguen trabajando aún bajo la preocupación personal por sus casas y familias. Si a ello sumamos esa necesidad de encontrar héroes en las catástrofes, es entendible por qué Frida Sofía se apoderó de la atención pública sin problemas", dijo el especialista y estudiante de doctorado.
Para Larrosa esto sin duda es una lección lamentable y triste, una variante del síndrome de Estocolmo (ver al agresor con comprensión y benevolencia) que nos obliga a reflexionar sobre la falta de profesionalismo del periodismo mexicano en temas de este tipo.
¿Por qué los periodistas de hoy no saben qué hacer en este tipo de coberturas? "Bueno, no lo sabían hace 30 años y ahora tampoco". Para el experto, no hay muchas probabilidades de que esto cambie en el corto plazo, considerando la forma en que hoy funcionan muchas redacciones: hay mucho personal joven y aún con poca experiencia, que ganan poco y que deben producir mucho, que duran poco tiempo en los lugares de trabajo y que fueron lanzados a la cobertura del sismo porque se necesitaban más manos, no porque fueran expertos en esos temas.
No es exclusivo de México: Larrosa detectó el mismo espíritu de los periodistas y medios en los ataques del 9/11 en Nueva York, por ejemplo, o en las explosiones en Guadalajara.
"Dentro de un año, cuando sea el primer aniversario de este terremoto, vamos a ver el mismo espíritu: medios y periodistas que se concentren en historias heróicas y pocos que volteen a ver el lado de la denuncia".
Otro lado qué lamentar: cómo la cobertura se centró en lo ocurrido en CDMX. "El retrato del centralismo que vive el país, como sucedió en el 85, aun cuando hubo muchas regiones fuera de la capital que también sufrieron daños graves y pocos lo cubrieron... No sólo Frida Sofía opacó todo ello: fueron todas las historias que hicieron creer que la tragedia sólo se vivió en CDMX".
¿Los medios mexicanos hicieron el ridículo en la prensa internacional, con la cobertura de Frida Sofía? "La prensa en Estados Unidos no le dio importancia: acá la atención estaba concentrada en los huracanes, en especial en los daños en Puerto Rico, y sobre todo, en las declaraciones y movimientos de Donald Trump", dijo Larrosa.
Regresa 'Monchito'
Efectivamente, el caso de Frida Sofía fue un error repetido. En el terromoto del 85 también se vivió el rescate de un niño que nunca existió, cuya cobertura fue noticia mundial.
La anécdota es la siguiente: se decía que el niño Mauricio Navarrete, inmortalizado como 'Monchito' por los medios, estaba atrapado junto con su abuelo, en los escombros de una vecindad en la calle Venustiano Carranza 148, en el Centro Histórico. A la zona se trasladaron soldados, policías, marinos, voluntarios, integrantes de la Cruz Roja y rescatistas de Francia, Argelia y Estados Unidos; así como personalidades como el tenor Plácido Domingo, el entonces embajador de Estados Unidos en México, John Gavin, el jefe de prensa y el fotógrafo del cantante Julio Iglesias y hasta una santera de Michoacán. Para el 9 de octubre, 20 días después del terremoto, se frenaron las labores de rescate pero la gente indignada seguía cavando con la esperanza de encontrar al niño... Pero lo único que encontraron fue el cuerpo del abuelo y una caja fuerte ¡con 25 millones de pesos! Se dijo que el padre había inventado la historia para rescatar su dinero.
¿Cuál fue el móvil del rescate de Frida Sofía? A juicio de Larrosa, los medios mexicanos olvidaron considerar alguna hipótesis: estaban más preocupados por ganar la nota del rescate de la niña.
Fotos proporcionadas por Claudia Solera, reportera de investigaciones especiales de Excélsior.