
Mucha expectativa pero poco entusiasmo. Un preludio de la utopía anticapitalista que no será en 2018. Ese fue el sabor de boca que dejó la visita de María de Jesús Patricio, mejor conocida como Marichuy, a Ciudad Universitaria, con el fin de juntar firmas para impulsar su candidatura independiente a la presidencia como vocera de los pueblos indígenas.
"Venimos a hablar de cosas imposibles porque de lo posible se ha dicho demasiado", rezaba una manta colocada en la Biblioteca Central, justo arriba del templete donde, desde temprana hora, danzantes prehispánicos esperaban la llegada de la vocera del Concejo Indígena de Gobierno.
Más de 10 puestos de distintas organizaciones de base ubicados en las Islas, intentaban recolectar las firmas para promover la candidatura de Marichuy ante el Instituto Nacional Electoral. Una estrategia anunciada hace más de un año por la dirigencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que por primera vez desde su levantamiento en armas en 1994, decidió contender por la vía electoral como una forma de hacer frente a la "hidra capitalista" que ha arrasado con pueblos y comunidades enteras ante el despojo, la devastación y la explotación promovida por los "mercaderes de la muerte".
Una estrategia que, sin embargo, ha generado poca participación de los jóvenes inconformes con el sistema. Quizá por lo confuso que puede resultar la idea de juntar firmas para impulsar una candidatura presidencial que no aspira a tomar el poder.
"Es como el mal sexo", comentaba una estudiante del doctorado de la Facultad de Filosofía y Letras. "Te calientan y te dejan con las ganas, pero no se sabe para qué, si para hacer la revolución o para disputar el poder, o nada más para tener espacio en medios. ¿Y luego qué?", se preguntaba la universitaria, quien se dio una vuelta por el acto para ver si alguien la convencía de darle su apoyo a Marichuy.
Después de todo, años y años de dejar testimonio sobre la situación del país, parecieran haber rendido pocos resultados. Ahí estaba el recuerdo de la Otra campaña impulsada en 2006 por el EZLN, o el movimiento #YoSoy132 de 2012. Movimientos que sirvieron para evidenciar la podredumbre que prevalece en México, pero no han podido acabar con ella. No en balde, 2017 es ya el año con más asesinatos del que se tenga registro desde la Revolución Mexicana. Quizá por eso, en el aire podía percibirse un cierto desencanto a la hora de apostar, una vez más, por una política testimonial a pesar del repudio contra de los partidos políticos.
El Concejo Indígena de Gobierno ha señalado que, más que candidata a la presidencia, Marichuy es en realidad vocera de los pueblos indígenas que luchan contra el olvido y la marginación, en un país donde los problemas de la gente que vive en comunidades en lo profundo del monte, rara vez tienen cabida dentro de los medios de comunicación. Y para muestra, la poca difusión que ha tenido el desplazamiento de 5 mil indígenas en las comunidades de Chalchihuitán y Chenalhó, en Chiapas, como consecuencia de la violencia generada por conflictos agrarios.
"Hasta el día de hoy siguen los disparos de bala, la población está viviendo en terror, hay rumores que van entrar gente armada para agredir a las personas que están en la cabecera de Chalchihuitán. No hay nada de comer, ni frijol y ni tortilla. El gobierno del estado de Chiapas no escucha porque no se ha hecho nada, estamos solos y abandonados a nuestra suerte. Todos los negocios están cerrados, ya no maíz, no hay fruta, no hay gasolina. El municipio está sitiado, no hay manera de pasar despensa; hay mucho miedo, hay balacera en el comunidad de Pom y por lo menos 9 casas quemadas. Y hay amenazas que cortarán la energía eléctrica", fue parte de la información que logró recabar el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas A.C, sobre la situación que se vive en la zona de Los Altos, Chiapas.
Una noticia que pasó prácticamente inadvertida ante la ola mediática que desató la nominación de José Antonio Meade como candidato presidencial del PRI.
En este ambiente comenzó la música de protesta, a cargo de Makila 69 y Lengualerta. Luego vendrían los veteranos de Botellita de Jerez, quienes hicieron un llamado a firmar por Marichuy.
"Es una mamada que nos pidan 800 mil firmas en el INE", reclamaba el bajista Armando Vega-Gil, también conocido como Cucurrucucú. "Ya sabemos que las próximas elecciones van a ser las más cerdas, pero tenemos la esperanza con Marichuy", agregaba. "Vamos a ser su piedra en el zapato".
Pero ni siquiera la aparición de Rubén Albarrán y Meme, integrantes de la célebre banda mexicana Café Tacvba, para cantar Alármala de Tos, parecían encender el ánimo de los 5 mil jóvenes reunidos más por curiosidad que por otra cosa.
Mucha gente reunida pero pocas firmas, según reconocían los organizadores y los músicos, quienes reiteradamente hacían un llamado a participar, a organizarse, a no quedarse nomás como testigos del próximo escándalo de corrupción que aparezca en las noticias.
Sonó entonces la batucada, anunciando la llegada de Marichuy, quien inició su presentación en CU precisamente en la caseta telefónica donde encontraron el cuerpo de Lesvy Ramírez Osorio, luego de ser asesinada. Una procesión para protestar contra los feminicidios y dejar en claro que "el cuerpo de las mujeres no es un espacio de venganza", como reconocería más tarde una de las concejales indígenas que acompañaban a Marichuy.
La vocera llegó por fin al templete, casi tres horas después de lo anunciado, justo al caer la noche.
Martín Esparza, líder del Sindicato Mexicano de Electricistas, dio las palabras de apertura, reprochando actitudes racistas y misóginas de algunos sectores de la izquierda, mientras el público universitario le reclamaba. "¡Traidor, líder charro!", le gritaban algunos jóvenes, mientras el líder de los electricistas respaldaba la nominación de Marichuy.
Dos jóvenes mujeres universitarias, micrófono en mano y arriba del templete, darían una introducción más amplia, sobre cómo la candidatura de Marichuy representaba en realidad una forma de resistencia frente a un sistema económico y político diseñado para acumular riqueza en pocas manos al mismo tiempo que multiplica el sufrimiento de "los de abajo", la gente más pobres. "Su lucha no es por el poder sino para fortalecer las resistencias", agregaría la joven.
Luego vendría Mario Luna, uno de los líderes de la tribu Yaqui, a externar su apoyo con palabras que resumían la lucha de su pueblo frente a los grandes proyectos de infraestructura que pretenden despojarlos del agua. "¿Qué opción nos están dejando, sino salir a luchar y existir", diría Luna.
Araceli Osorio, la madre de Lesvy, agregaría: "tengo tiempo de no creer en nada, pero la compañera Marichuy nos dice que otro mundo es posible, que un mundo mejor es posible, donde la justicia sea real". Ecos de un dolor que no cesa, en un país donde la violencia no cesa.
Y finalmente, las palabras de Marichuy, quien en un tono sereno y ecuánime, dio lectura a un documento en el que criticó un sistema educativo que funciona como forma de dominación contra "las culturas originarias que siempre han sido negadas".
De ahí el llamado de Marichuy "para que deje de existir el adiestramiento para instruir a operadores del despojo, de la producción desmedida, de los justificadores del desastre social, político y ambiental a que nos ha sometido este sistema capitalista".
También hizo un llamado a despertar la conciencia de "los de abajo", más que a buscar votos aprovechando la coyuntura electoral.
Cuando hemos dicho que nuestra lucha que nos está llevando a recorrer los rincones de México de abajo, no es por puestos públicos o votos electorales. Lo decimos porque venimos buscando algo mucho más grande e importante, venimos buscando la conciencia colectiva de abajo, esa que hemos visto nacer y florecer en los estudiantes organizados".María de Jesús Patricio "Marichuy"
Rompamos con las inercias que nos mantienen divididos, descolonicemos el pensammiento capitalista, indivisualista y patriarcal para que podamos germinar y florecer los pueblos del campo y la ciudad, y con ello florezcan también las ciencias y las artes al servicio de todas y todos en lugar de servir a las trasnacionales".María de Jesús Patricio "Marichuy"
Al corte del 28 de noviembre, Marichuy había recabado 64 mil 298 firmas de las 864 mil 536 necesarias para lograr la candidatura independiente, según los registros del INE. Una cifra equivalente al 7.4% de las firmas necesarias, cuyo plazo final para entregarlas se vence el 19 de febrero próximo.
Los concejales del gobierno indígena que rodean a Marichuy reconocen que será prácticamente imposible recolectar las más de 800 mil firmas que todavía le restan a la vocera del CIG para lograr el objetivo.
"Venimos a hablar de cosas imposibles porque de lo posible se sabe demasiado", rezaba la manta que parafraseaba una canción de Silvio Rodríguez. Eso fue precisamente lo que ocurrió durante la visita de Marichuy en CU. La utopía que no será en 2018.
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