Han pasado 30 días desde el martes 19 de septiembre cuando un sismo de 7.1 con epicentro en Puebla provocó en Ciudad de México 228 muertes, 52 derrumbes y hasta el momento 13 demoliciones.
Se sabe que el suelo lacustre sobre el que se erige gran parte de la Ciudad de México es susceptible a amplificar las ondas sísmicas y, de acuerdo con investigadores del Instituto de Geofísica de la UNAM, las características del pasado sismo causaron una mayor afectación en la zona de transición entre el suelo lacustre y el firme en una franja norte-sur en el borde oeste del antiguo lago que cubría el terreno de la capital.
En los siguientes mapas, la distribución espacial de las defunciones, los derrumbes y las demoliciones confirma que la localización de afectaciones no es aleatoria, sino que sigue una franja norte-sur al borde del polígono naranja que representa el área de suelos blandos y de mayor aceleración sísmica.
Este polígono contiene de manera total a las delegaciones Iztacalco y Venustiano Carranza y atraviesa Xochimilco, Tláhuac, Tlalpan, Coyoacán, Iztapalapa, Benito Juárez, Cuauhtémoc, Azcapotzalco y Gustavo A. Madero.
EN RIESGO, CASI LA MITAD DE POBLACIÓN DE CDMX
Si bien el tipo de daños causados por un sismo depende de diversos factores como el tipo de ondas sísmicas liberadas, la distancia con el epicentro y el tipo de suelo sobre el que se erigen las construcciones, es imposible predecir cuándo se producirá un sismo con características destructivas.
Ante tal incertidumbre, hay algo fáctico: hay un mayor riesgo para los que habitan sobre suelos blandos, es decir, las personas que habitan dentro del polígono naranja.
Si se contabiliza a toda la población que vive dentro de dicho polígono tenemos que 4.3 millones de personas, con base en datos del Inegi, habitan dentro del área de mayor amplificación sísmica, esto equivale al 49% de la CDMX como se muestra en el siguiente mapa:
*Baruch Sanginés (@baruchoooo) es licenciado en Geografía por la UNAM y maestro en Población y Desarrollo de la FLACSO.