Quantcast
Channel: Huffington Post Mexico Athena2
Viewing all articles
Browse latest Browse all 19282

Caso #MaraCastilla: a repensar la economía colaborativa

$
0
0

Demonstration against of murder of Mara Castilla

La promesa de las apps de transporte sonaba muy atractiva: mejor calidad, precio competitivo y sobre todo, garantía de seguridad. Esto último un argumento poderoso en un país donde la inseguridad en el transporte de pasajeros toca niveles que rivalizan cualquier tragicomedia.

Cuando aplicaciones de transporte como Uber llegaron al país hace unos años, su primera lucha fue contra la regulación del transporte que les imponía controles similares a los de los taxis. Esto desembocó en un conflicto que tuvo sus primeras victorias en ciudades como la capital, donde lograron modificar la regulación para permitir su existencia en un régimen distinto a otros medios de transporte. En buena medida gracias al apoyo de una parte de la sociedad mexicana, cansada del transporte malo e inseguro.

Un par años después, estos servicios se han convertido en parte del paisaje cotidiano en numerosas ciudades del país. Desafortunadamente, pocos nos percatamos de la letra pequeña de estos servicios.

Luego del terrible feminicidio de Mara Castilla en el estado de Puebla, descubrimos que las empresas de transporte se definen a sí mismas como plataformas (marketplaces, en inglés) que no asumen responsabilidades sobre la conducta de los choferes porque, en sentido estricto, no tienen una relación contractual con ellos. Más bien los consideran como empresarios independientes que usan su plataforma, como quien se anuncia en un directorio telefónico.

Este es el núcleo de la llamada economía colaborativa. El internet móvil permite crear nuevos intermediarios que ponen en contacto a la oferta y a la demanda de servicios en una forma rápida, a bajo costo e incluso gratuita. Lo mismo hablamos transporte que entregas de comida y hasta ligues.

La conveniencia de estas plataformas es innegable tanto para el consumidor como para el emprendedor que los desarrolla. El consumidor tiene en la palma de su mano vía smartphone servicios a precio más económico que los competidores formales, en buena medida porque no cargan con la regulación (buena o mala) vigente. El emprendedor no necesita invertir en infraestructura física como bodegas u oficinas ni contratar demasiado personal y menos cumplir con permisos, licencias o el pago de prestaciones onerosa: un equipo de desarrolladores, expertos en mercadeo; capacidad de cómputo y almacenamiento en un centro datos, además de una pequeña oficina bastan y sobran.

El problema radica en que estos servicios basan su ventaja competitiva en una estructura social y normativa que en nuestro país es débil cuando no inexistente.

A cambio, los desarrolladores de estas plataformas reciben no solo una comisión de conductores, repartidores, hospederos y otros usuarios. También reciben (en ocasiones esto es más valioso) datos sobre patrones de uso y consumo que pueden ser usados para afinar su oferta e incluso ser vendidos a terceros. Si estas empresas apuntan al nicho correcto, sus valuaciones crecen como la espuma del mar. Cabify no cotiza en bolsa, pero el año pasado recibió un financiamiento por 120 millones de dólares, asumiendo que la empresa valía entonces más de 320 millones de dólares.

El problema radica en que estos servicios basan su ventaja competitiva en una estructura social y normativa que en nuestro país es débil cuando no inexistente. Muchos de estos servicios asumen que datos y documentos enviados vía digital para validar la idoneidad de los proveedores de transporte son ciertos y verdaderos pues en Estados Unidos y Europa los poseedores de licencias de conducir han pasado por exámenes previos de salud y habilidad de conducción, cuando en la Ciudad de México basta pagar una cuota... aunque el conductor sea Hannibal Lecter o Juan Topo.

Ya se conocerá durante el juicio al presunto responsable del feminicidio de Mara Castilla la forma en que terminó formando parte de los choferes usuarios de Cabify. Pero lo cierto es que las empresas que florecen con la economía colaborativa deberán entender la realidad mexicana y modificar sus prácticas de reclutamiento de proveedores y gestión del servicio, si no desean golpes a su credibilidad a punta de escándalos y descubrimientos espeluznantes como los del escritor coahuilense Carlos Velázquez hace algunas semanas.

* Este contenido representa la opinión del autor y no necesariamente la de HuffPost México.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 19282

Trending Articles